Cerca de la histórica muralla de la ciudad portuguesa de Braga encontramos un palacete burgués del Siglo XIX junto a él se construyó un anexo para albergar al servicio. En 1930 este anexo fue dividido en tres viviendas individuales, una de ellas, la de color turquesa ha sido rehabilitada en 2013 por el estudio Tiago do Vale transformándola en una vivienda moderna que además alberga un espacio de trabajo para sus promotores. El mayor reto era respetar la esencia de un edificio decimonónico y crear al mismo tiempo un interior contemporáneo que satisficiera las necesidades de sus nuevos moradores. La edificación cuenta con techos altos y una fachada estrecha, el programa se ha divide en tres plantas.
Las diversas áreas funcionales han sido divididas por pisos, de tal modo que la primera planta se destina a oficina, la segunda a las áreas sociales -comedor y cocina-, y la tercera al dormitorio y el baño. La escasez de luz natural, era otro problema que debía ser tomado en cuenta por el equipo de arquitectos, la solución fue realizar una nueva división del interior, creando espacios mucho más abiertos que los originales para que de este modo la luz llegara a todas las estancias. La escalera que conecta todas las plantas no sólo delimita el entorno en cada nivel, también es responsable de la entrada de luz durante todo el día. Las grandes ventanas verticales, en parte, influencias de las casas brasileñas de la época -el promotor del palacio era de origen brasileño-, es otro activo para garantizar una mayor luminosidad.
El blanco predomina en gran parte del interior, desde las paredes hasta el techo e incluyendo elementos como las contraventanas. El único lugar que permanece a salvo del color blanco es el vestidor, que se ha convertido en una especie una caja de madera. El suelo es original, de pino americano, siendo uno de los elementos que reflejan el carácter histórico del edificio. Áreas como el cuerto de baño se han revestido de mármol procedente de la ciudad portuguesa de Estremoz.