El interiorista Bruno Reymond ha reformado un Triplex en Barcelona, caracterizado por un estilo retro pero con pinceladas de modernidad, una creación con un sello propio. La residencia, estaba deshabitada y llevaba más de veinte años sin reformar, con sus tres plantas, ofrecía un sinfin de posibilidades y ambientes. La intervención de Bruno Raymond ha consistindo en eliminar la compartimentación original, dejando amplios espacios abiertos.
El resultado es una personalidad propia, donde encontramos una mezcla de futurismo retro con la comodidad y funcionalidad contemporánea. Se ha combinado el blanco para paredes y techos con la madera original para los suelos, lo primero aumenta la sensación espacial y la luminosidad de las estancias al mismo tiempo que la madera le aporta un toque clásico y cálido, visible por ejemplo en la espectacular escalera curva.
En la primera planta están las áreas reservadas para hacer vida. En el segundo piso encontramos cuatro suites. Y la tercera planta, la terraza y habitaciones privadas. En esta obra, el mobiliario y los objetos artísticos han sido cuidadosamente seleccionados para mantener la armonía en el diseño. Así junto a un aparador de los años setenta encontramos dos butacas Karelia, de Liisi Beckmann para Zanotta, que en otras circunstancias se encontrarían aisladas.
Entre la colección de muebles y el arte, reina la autenticidad. Un elefante lacado en blanco, por ejemplo, nos da la bienvenida nada más entrar en el triplex. Una amplia colección de fotografías en blanco y negro pueblan las paredes de la vivienda, creando interesantes contrastes y caraterizando cada uno de los espacios.
El arte está en todas partes, incluso en la cocina, de tonos predominantemente oscuros y acabados metálicos. En el dormitorio principal, los protagonistas son los muebles de acrílico de la década de 1960, como la silla Bubble de Eero Aarnio, o la silla Lago de Philippe Starck.
El resultado es una personalidad propia, donde encontramos una mezcla de futurismo retro con la comodidad y funcionalidad contemporánea. Se ha combinado el blanco para paredes y techos con la madera original para los suelos, lo primero aumenta la sensación espacial y la luminosidad de las estancias al mismo tiempo que la madera le aporta un toque clásico y cálido, visible por ejemplo en la espectacular escalera curva.
En la primera planta están las áreas reservadas para hacer vida. En el segundo piso encontramos cuatro suites. Y la tercera planta, la terraza y habitaciones privadas. En esta obra, el mobiliario y los objetos artísticos han sido cuidadosamente seleccionados para mantener la armonía en el diseño. Así junto a un aparador de los años setenta encontramos dos butacas Karelia, de Liisi Beckmann para Zanotta, que en otras circunstancias se encontrarían aisladas.
Entre la colección de muebles y el arte, reina la autenticidad. Un elefante lacado en blanco, por ejemplo, nos da la bienvenida nada más entrar en el triplex. Una amplia colección de fotografías en blanco y negro pueblan las paredes de la vivienda, creando interesantes contrastes y caraterizando cada uno de los espacios.
El arte está en todas partes, incluso en la cocina, de tonos predominantemente oscuros y acabados metálicos. En el dormitorio principal, los protagonistas son los muebles de acrílico de la década de 1960, como la silla Bubble de Eero Aarnio, o la silla Lago de Philippe Starck.