Si algo tiene Nueva York es magia y eso se siente al visitar esta ciudad, considerada por muchos como la capital del mundo. Nueva York es una ciudad pensada para experimentar y si vas como turista querrás vivir algo diferente y que recuerdes de por vida. En este artículo te presentamos 6 apartamentos en los que disfrutarías de una estancia como un neoyorquino más, bien sea por las vistas o por el estilo de vida que proponen. Son apartamentos que te proponemos para que te inspires si tienes que buscar uno en la gran manzana.
¿Quieres huir del Nueva York más turístico? Brooklyn es tu distrito. Estarás a media hora de Manhattan pero disfrutarás de un estilo de vida más familiar y tradicional. Os presentamos este pequeño apartamento situado en una de las clásicas townhouses de este distrito. Su interior deja ver su historia centeneria al tiempo que ofrece una colección de arte contemporáneo particular. Es un interior inspirado en el Mid-Century, con mobiliario de inspiración escandinava y otros directamente restaurados con un toque de color.
Un apartamento con sabor a los años 30
Si algo tiene Nueva York es la gran variedad de interiores que puedes encontrarte, tantos como personas. Aquí tenemos un apartamento pequeño que rompe las reglas que dirigen el diseño de espacios reducidos:minimalismo. Sus propietarias Ann y Lory han creado una pequeña pieza de arte muy personal en 35 metros cuadrados. No se han dejado guiar por las tendencia actuales sino por la inspiración y las posibilidades que da esta ciudad de adquirir antigüedades ya arte de los cinco continentes.
Vive el otro Nueva York, huye de los turistas, Brooklyn
¿Quieres huir del Nueva York más turístico? Brooklyn es tu distrito. Estarás a media hora de Manhattan pero disfrutarás de un estilo de vida más familiar y tradicional. Os presentamos este pequeño apartamento situado en una de las clásicas townhouses de este distrito. Su interior deja ver su historia centeneria al tiempo que ofrece una colección de arte contemporáneo particular. Es un interior inspirado en el Mid-Century, con mobiliario de inspiración escandinava y otros directamente restaurados con un toque de color.
Un apartamento con sabor a los años 30
Si algo tiene Nueva York es la gran variedad de interiores que puedes encontrarte, tantos como personas. Aquí tenemos un apartamento pequeño que rompe las reglas que dirigen el diseño de espacios reducidos:
"Utilizamos contraventanas georgianas antiguas, que encontramos en un viaje a casa para visitar a la familia, para crear un espacio separado para el dormitorio". Ann
Good Property y Turett Collaborative Architects han llevado a cabo la reforma de esta vivienda unifamiliar de seis plantas en Greenwich Village, Nueva York. El edificio neoclásico de 1853 ha sido completamente reconvertido basándose según sus arquitectos en el "espíritu de la naturaleza". El objetivo era crear un interior acogedor abierto al paisaje urbano, enmarcando las vistas a espacios y elementos característicos de Nueva York como Washington Square o el Empire State Building. La casa dispone de un total de 6 dormitorios, 6 baños y 4 aseos, así como 120m2 de espacio al aire libre. En total mas de 850 m2 que hace de esta vivienda un espacio residencial de ensueño en pleno corazón de Manhattan.
Con el espacio totalmente renovado y seguro llegó el momento de decorar y amueblar. La dueña decidió que su casa sería minimalista y ecléctica. Para encontrar piezas exclusivas recorrió tiendas de segunda mano y mercados de piezas antiguas, haciéndose con una amplia colección de piezas de los años 1970, 1960 e incluso anteriores. La mezcla de estilos y épocas se integra armoniosamente con las paredes y el suelo que han sido envejecidos por el tiempo.
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© Filippo Bambeghi |
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© Filippo Bambeghi |
"El objetivo no era que los muebles destacasen, sí que se creasen diversas capas de color, como una especie de pintura tridimensional generada por fugas", Ivonne, propietaria.
Con la nueva decoración el loft ganó en personalidad. La cuidada y estudiada iluminación ayuda a mantener el ambiente ecléctico durante la noche. Sin embargo, el atributo más importante para la propietaria siempre había estado allí, ganando un mayor protagonismo con la reconversión: las impresionantes vistas del puente de Williamsburg y el Lower East Side de Manhattan.
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© Filippo Bambeghi |
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© Filippo Bambeghi |
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© Filippo Bambeghi |

Los interioristas de Casamanara se habían enfrentado ya a diversos espacios abiertos en la ciudad de Nueva York, pero en esta ocasión se trataba de la remodelación de un espacio singular en una antigua fábrica de botones que posteriormente se habia convertido en el local de ensayo de un conocido bailarín. Debla y Piero Manara (hermanos y socios de la firma Casamanara) se enfrentaron al reto de mantener la esencia pura del loft neoyorquino caracterizado por grandes espacios abiertos y crear al mismo tiempo un espacio acogedor e íntimo. El objetivo es que todos los miembros de la familia así como sus amigos pudieran compartir un mismo espacio sin sentir agobios.
Para ello, los diseñadores decidieron recurrir a la arquitectura residencial japonesa en la que la la luz natural y la determinación de un movimiento que va del claro al oscuro, supone también realizar una transcisión entre lo privado y lo público. De este modo, las ventanas estaban abiertas a las vistas de la ciudad.
La habitación principal es abierta y espaciosa. Tres paredes correderas hacen las veces de divisiones móviles que permiten controlar la luz y ampliar o reducir la sensación espacial. Gracias a estas paredes se logra además el objetivo de que todos los mimbros de la familia estén en una misma sala aunque conectados de algún modo entre sí.
"A lo largo del proyecto hemos tratado de usar variedad de materiales y revestimientos. Para las paredes, elegimos principalmente una textura rústica conocida como "marmorino" (técnica veneciana que combina la pasta con polvo de mármol) en algunos tonos neutros y tonos oscuros creando contraste, reforzando la idea del claroscuro" comentan desde el estudio. Para el suelo se seleccionó madera de roble.
Un sofá customizado, diseñado por Piero, se colocó en la sala de estar para ayudar a definir el área social. Éste se ha acompañado con una alfombra gris y una mesa de centro, diseño de Paul Evans, una pieza clásica del diseño, creada en la década de 1970. En la esquina, una escultura del artista franco-gabonés Owanto completa la decoración del espacio.
En la cocina el Mármol rojizo armoniza con el resto de elementos del proyecto, ya que se ha utilizado un tono similar en los detalles de las sillas y la alfombra en el comedor. Uno de los puntos principales del proyecto es el comedor. Piero y Debla eligieron sillas y una mesa de la diseñadora Charlotte Perriand, de la firma italiana Cassina. En el dormitorio principal se ha optado por un diseño clásico apoyado en un cabecero de cama de gamuza de cuero de Elitis.

Cuando el diseñador Christofer Coleman recibió el encargo de diseñar el interior de este apartamento situado en el Upper West Side de Nueva York decidió experimentar con los colores, empleando un esquema cromático osado y atrevido que fuera a juego con la colección de arte contemporáneo latinoamericano que posee el promotor. A través de esta rica paleta cromática se ha logrado diferenciar los diversos ambientes que componen el interior.
Del Hall de entrada al salón y comedor los suelos, paredes y techos son blancos. La nota de color viene dada por un mobiliario de corte desenfadado y alfombras que tienen como objetivo establecer un elemento separador de ambientes. Por ejemplo, en el living principal encontramos una alfombra con motivos geométricos en tonos grises, azules y amarillos que es la clave de color en esta habitación. Dos sillas amarillas y dos sofás azules completan el diseño de esta estancia. El diseño de los sofás (ambos diseños personalizados) crea un diálogo formal interesante entre azul, con formas orgánicas cálidas y suaves, y el gris con líneas más rectas y con una geometría más limpia. A lo largo de toda la sala destacan pequeñas piezas decorativa de la selecta colección de arte de la pareja.
Pero fue en las habitaciones donde Christopher se atrevió más con los colores. En el dormitorio principal se eligió un azul Klein , presente en los paneles de cristal que cubren parte de las paredes, en la ropa de cama y una silla de lectura. En el dormitorio de los niños el color se utiliza con mayor generosidad, con tonos atrevidos como un esmeralda verde que encontramos en la alfombra, las paredes, los muebles e incluso la pared decorada con patrón basado en formas geométricas abstractas. En el dormitorio de las hijas se ha empleado una mezcla de color entre el lila y el morado, una silla escultórica en acrílico de alta resistencia transparente en color rosa se erige como el elemento destacado de esta estancia.
Las áreas comunes de la casa, como el baño, el vestíbulo y la sala de invitados están cubiertas con colores más neutros (gris, blanco y negro), lo que supone la creación de una clara distinción con el área privada.
